La “salida del carbón” es el termino de moda en la transición energética internacional. Desde que la primera planta a carbón entró en operación en 1882, el carbón ha sido la fuente primaria de energía para la producción de electricidad en el mundo, y es actualmente responsable de alrededor del 20 por ciento de las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero
Dada esta monumental huella de emisiones, el uso continuo de carbón no es compatible con la necesidad de una rápida descarbonización. Es más, dado los avances en el desarrollo de tecnologías renovables, incluyendo la reducción asociada de costos, continuar dependiendo del carbón para la generación de electricidad es económicamente irracional.
Mientras que el ratio de expansión de las plantas alimentadas por carbón es aún mayor que aquel de cierre de plantas, la utilización actual de la siempre-creciente flota de carbón va disminuyendo. Desde el 2018, esto ha significado una reducción de generación de electricidad vía carbón de un 7 por ciento. Considerando los efectos de la crisis económica desatada por la pandemia, la creciente competitividad de generación vía renovables, y la adopción de medidas para impulsar una recuperación ecológica de la economía, el fin del carbón pareciera ser inevitable.
Estas son buenas noticias para el clima y la eficiencia general de nuestras economías. Pero los cambios estructurales asociados con la salida del carbón pueden ser profundos. Por esta razón, los legisladores deben trabajar duro para reconciliar los intereses conflictivos de inversionistas, trabajadores, y comunidades.
En este estudio, desarrollado por Agora Energiewende, GIZ, el Instituto Ecológico de Berlín, y la Energy Partnership Chile-Alemania, analizamos las experiencias que Chile y Alemania han acumulado en esta área, para extraer lecciones para los legisladores que deban navegar los desafíos de la salida del carbón en sus propios países.
Resumen de hallazgos clave:
- La salida del carbón es inevitable, e implica un cambio estructural profundo que debe ser administrado cuidadosamente, involucrando a los stakeholders de las regiones afectadas. Involucrar en forma temprana a las partes interesadas permitirá la conciliación de intereses divergentes – definiendo las medidas adecuadas para una transición justa y apoyo duradero de los stakeholders.
- Sustituir el carbón con electricidad renovable es clave para que las estrategias, directas e indirectas, de electrificación puedan transformar los mercados de energía nacionales e internacionales. Por medio de una planificación energética robusta y un marco regulatorio efectivo y adaptativo, con enfoque en flexibilidad de oferta y demanda, asegurará el logro y eficiencia de los procesos.
- Una visión consensuada y la estrategia para la retirada del carbón son señales políticas y económicas que proveen atractivas oportunidades de inversión. Acuerdos deberán ser sólidos y flexibles, para adaptarse a los rápidos cambios en tecnologías, conductas de inversión, y políticas climáticas.
- Los inversionistas están listos para aprovechar las oportunidades y modelos de negocios ofrecidos por la descarbonización de los sistemas energéticos. Dada la baja continua de los costos de tecnologías de energías renovables, la puesta en marcha de un sistema de energías renovables inteligente, digitalizado, descentralizado y flexible representa una oportunidad atractiva de crecimiento económico para los inversionistas y para los países.